martes, 12 de junio de 2012


Una Salud Pública poco saludable 

Editorial de El País del sábado 9/6/2012.

Entiendo que vale la pena leerlo
No muy a menudo el Uruguay ocupa espacio en la prensa extranjera, pero en marzo acaparó titulares. El motivo no podía ser más tenebroso. Una serie de homicidios cometidos por un par de mesiánicos enfermeros que decidían sobre la vida y la muerte de los pacientes. Crímenes facilitados por el desorden y la desidia imperante en buena parte del sistema de salud uruguayo. El cual, gracias a la Reforma de la Salud impulsada en el período Vázquez bajo la dirección del entonces ministro de Salud Daniel Olesker, iba a ser la panacea. Lo peor es que lo sigue afirmando.
La constatación de que el accionar de los asesinos ya había sido advertido a las autoridades un año antes, según la auditoria del Ministerio de Salud, así como que se mantuviera en el cargo al sospechoso a pesar de las denuncias presentadas a la directiva y las tres sanciones que le aplicado, revelan el caos imperante. Estado al que se suman aberraciones como que la unidad donde se cometieron los homicidios no estaba habilitada, ni tampoco la farmacia del hospital.
La investigación pedida por Salud Pública -solo después de que se descubrieron estos hechos- resalta la falsedad de las declaraciones de las autoridades sanitarias que en su momento afirmaron que no había ninguna falla en los controles. Los hechos quedaron al descubierto porque al ver lo inútil de sus advertencias, tanto a la jefatura de la unidad como a la dirección, la nurse que destapó la situación se fue a hablar con el Director Nacional de Policía, Julio Guarteche. Comenzó así una discreta vigilancia hasta que quiso el destino que una pobre mujer a la que le habían dado el alta, muriera repentinamente. De ahí en más, la siniestra competencia de los enfermeros, uno en el Maciel y el otro en la Asociación Española, se descubrió.
Estos funestos episodios contribuyen a que se tenga una visión aun más pesimista de lo mala que es la gestión de la Administración de Servicios del Estado (ASSE) que tras la reforma se convirtió en una prestadora más para los afiliados al Fondo Nacional de Salud, (Fonasa) que compite con el sector mutual. El cual ya no cobra las cuotas directamente de sus usuarios, sino que ahora es el Estado el gran recaudador que reparte las "cápita" de acuerdo al número de afiliados. Para todo tipo de decisiones, compra de equipos, obras y demás, deben tener la aprobación de la Junta Nacional de Salud (Junasa), integrada por un representante de los trabajadores, uno de los usuarios, uno de las mutualistas y el Presidente, aunque todos esos nombramientos fueron del gobierno.
Desde la reforma, a ASSE que tiene bajo su dominio todos los hospitales y centros de salud, excepto el Clínicas, se le fue aumentando notoriamente su presupuesto, a la vez que disminuyó el número de pacientes, dado que con la posibilidad de pasarse al mutualismo se produjo una gran emigración de los usuarios. A resultas de esto; más recursos y menos gente para atender, los ideólogos del cambio argüían que iba mejorar la calidad de la atención en Salud Pública.
Lo sucedido es que se deterioró visiblemente el servicio en las mutualistas como se ve con los dilatados tiempos para la hora de consulta o las cirugías, hoy emparejadas para mal con los hospitales que no han mejorado a pesar de las nuevas circunstancias. La mala administración es patente por todos lados.
En el Maciel el asesino actuaba a sus anchas. Al conocerse la noticia, el representante del Partido Nacional en ASSE, Alejandro Drapper, reclamó la intervención del hospital sin que lo tuvieran en cuenta y recién ahora decidió el resto hacer algo; un sumario al jefe de la unidad, si bien por la gravedad de lo sucedido, Drapper planteó una suspensión. Por otro lado, llama la atención que el director del nosocomio salga indemne. Tampoco han faltado los negociados como el de las empresas de limpieza y la ineficacia es generalizada. En el Instituto Nacional del Cáncer los aparatos o no andan o no hay quien los utilice, las cirugías se cancelan en el Pereira Rossell por falta de anestesistas. Las carencias en el interior son espeluznantes. La instalación de un Instituto de Medicina Especializada (IMAE) al norte del Río Negro no pasó de un gran anuncio hace 2 años. Faltan salas de CTI, anestesistas, pediatras, tecnología básica y como remedio, ASSE mandó una circular prohibiendo a los directores brindar información.

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