La fuga de 4 pacientes internados
en la sala 11 del Hospital Vilardebó vuelve a poner en primer plano el presente
y el futuro de ese hospital.
31 años van a cumplirse de aquel
noviembre en el que presenté renuncia a mi cargo de Director del Vilardebó,
motivada por la ausencia de respuestas a mis reclamos para mejorar las condiciones
de vida de esos pacientes.
Hoy nos enfrentamos al problema
bajo el mandato de una ley que en un tiempo, que por suerte no es demasiado
corto, prevé la deshospitalización de los pacientes ahí internados, y que tengo
entendido impide la hospitalización de nuevos pacientes en dicho hospital.
El nuevo paradigma es “basta de
hospitalización” para los pacientes que padecen enfermedades mentales.
En 1986, desde Italia, llegaba
una corriente en el mismo sentido que intentó implantarse y que fracasó
rotundamente.
Para que una tendencia de ese
tipo funcione se requieren algunas condiciones básicas.
1. Una
familia continente que pueda disponer de los recursos físicos y económicos para
mantener pacientes con estas características en el domicilio.
Vemos que
simultáneamente se desarrolla e impulsa un Sistema Nacional de Cuidados para
colaborar en el cuidado de los ancianos de las familias más vulnerables. Yo me
pregunto si alguien piensa que cuidar a personas que el único problema que
tienen es la vejez, puede considerarse similar a la tarea de cuidar a un
paciente portador de una enfermedad mental. Parece evidente que quienes así lo
entienden no tienen la menor idea de cómo son las cosas.
2. Un
Primer Nivel de Atención muy potente, donde las policlínicas de Salud Mental
funcionen de manera eficiente, con los recursos humanos necesarios, entre los
que el personal de enfermería que colabore en darle seguimiento a esos
pacientes es indispensable y que a su vez dispongan de la medicación necesaria
en tiempo y forma. No se debe
descuidar el componente de seguridad que trae aparejado la manipulación de
psicofármacos en servicios extra hospitalarios.
3. Servicios
de internación para atender esas demandas cuando los pacientes se descompensan.
Sin temor a equivocarme entiendo
que estamos muy lejos de poder satisfacer esos requisitos básicos.
En aquella época un psiquiatra en
la ciudad de Durazno, lograba mantener los pacientes en sus domicilios, pero no
se debe ignorar que a los requisitos antes enumerados se sumaba la contención
social que los barrios, de las ciudades del interior, brindaban a este tipo de
pacientes.
Por otra parte y no es un tema
menor, desde aquella época se arrastra el problema de los pacientes internados
por disposición judicial que requieren medidas de seguridad para impedir su
fuga.
El Hospital nunca tuvo
condiciones para cumplir con el rol custodial. Lo que funcionaba mejor era la
sala 11Bis, contigua a la 11 que dependía del sistema carcelario, tenía su
propio sistema de seguridad y recibía del Hospital la cobertura asistencial en
la especialidad. Jamás se escapaba nadie de esa sala.
Conflictos de poder e intereses,
respaldados por disposiciones judiciales hicieron que el Ministerio del
Interior de la época, resolviera abandonarla y que sólo quedara la sala 11 con
problemas similares a los actuales.
Una complicación extra sobrevenía
cuando la decisión judicial indicaba modificaciones en las condiciones de internación
y el paciente era trasladado al servicio abierto. Todo tipo de conflictos se
generaban.
En suma, muchos problemas no han
podido ser resueltos: el Sistema de Salud público y privado con notorias
carencias para la atención de los pacientes mentales en crisis agudas, el
Hospital Vilardebó con su furo incierto, un edificio que además de su valor
patrimonial posee capacidad suficiente como para convertirse en un Centro de
Alta Especialización en Psiquiatría, los pacientes judiciales sin un lugar
adecuado donde tratarlos y mantenerlos recluidos.
Todo esto sucede más allá de los
años transcurridos y de la tan mentada Reforma de la Salud, con 10 años de
vigencia.
Por otra parte los actuales
gobernantes, tratando de diferenciarse, intentan las mismas cosas que intentaron las
autoridades de la dictadura y que los familiares de los pacientes y los funcionarios
impidieron que se concretaran
Lo más dramático es que la
ocurrencia en reiteración real de los mismos episodios nos enrostran ese
sentimiento ambiguo que nos revela cuando tomamos conciencia, pero que
rápidamente nos hace olvidar que ahí viven personas que lo hacen como verdaderos
deshechos humanos.