Cada 5 años los partidos
políticos llaman a sus técnicos para definir propuestas en cada área de la
gestión, que le ofrecerán a la población a la hora de conquistar su voto.
En cada oportunidad y lo digo con
autoridad por haber participado en grupos de salud del Partido desde el año
1984, la gran disyuntiva se plantea entre la oferta, que debe ser entendida no sólo por la ciudadanía sino por
los propios actores que tienen que venderla y el deber ser que siempre es mucho
más complejo.
Como experto en temas de salud
pública y observador permanente de la realidad del sector, me cuesta muchísimo
resignarme a la simpleza de ofrecer soluciones para 3 o 4 temas que parecen
tener impacto en la venta, pero que dejan de lado las diferentes patologías que
afectan al Sistema de Salud del Uruguay.
Me resisto además a ofrecer una
suerte de lluvia de ideas que enumeran algunos problemas puntuales sin ver el
trasfondo que tienen.
La primera interrogante que me
surge se relaciona con el nivel de atención que se le presta al sector que
gasta casi el 10% del PBI. Y digo gasta porque, en muchos casos, no se invierte.
Estamos hablando de casi el doble
de lo que se gasta en educación y los resultados lejos están de tener el
impacto que esa enorme cifra debería generar.
Pese a la magnitud del gasto, también
oímos reclamos de más recursos, mientras tenemos numerosos ejemplos de
duplicación de servicios, de falta de racionalidad en el gasto, de despilfarro
por falta de coordinaciones interinstitucionales, etc.
Pero el mayor problema es que
sólo vemos una parte del problema, porque lo habitual es la falta de una visión
sistémica.
Si el gasto es tan importante y
los problemas sin resolver son tantos, ¿por qué quienes han pretendido y ahora
pretenden gobernar no han querido y siguen sin querer, más que algunos
titulares?
Me parece que la respuesta tiene
más de una respuesta.
Por un lado es difícil encontrar,
incluso entre los colegas, quienes comprendan a cabalidad la complejidad del
sector y de su gestión.
Para dar algún ejemplo, si
queremos saber si faltan o sobran pediatras y ginecólogos, debemos saber con
precisión el número de recursos humanos, en cada categoría, que el sistema
demanda. En primer lugar es necesario saber si lo que faltan son esos
especialistas o en su lugar, para atender el Primer Nivel de Atención, lo que
precisamos son más de 3000 Médicos de Familia y Comunidad. Si llegamos a esa
conclusión ¿sabemos cuántos Médicos de Familia tenemos, cuántos médicos rurales
o médicos generales que hoy realizan la tarea pueden ser capacitados y
actualizados para que cumplan con el rol de los Médicos de Familia mientras se
van formando los que faltan? ¿Sabemos qué capacidad tienen las diferentes
universidades para formar estos especialistas y los años que demandará su
formación? ¿Sabemos cuánto habría que pagarles para que estén dispuestos a
radicarse en pueblos muy aislados y qué carrera funcionarial puede ofrecérsele para
no tener que quedar anclados de por vida? ¿Sabemos con qué recursos
tecnológicos los vamos a apoyar, cuando estén lejos de todo y enfrentados a
alguna situaciones complejas que superen su capacidad de resolución?
Como se puede comprobar la
respuesta es mucho más compleja y exige un análisis mucho más profundo.
Por otra parte si pretendemos que
el MSP fortalezca su rol de Rector de la Salud y por ende de Policía Sanitario,
debemos saber que no basta con aumentarle el número de inspectores. Hay que
generar una serie de indicadores para que ese control sea posible. Hay que
protocolizar la atención dotándola de los algoritmos correspondientes para que
se pueda evaluar el cumplimiento y sus fallas. Hay que incorporar la
informática para facilitar y apoyar las acciones de contralor, etc.
Al mismo tiempo ¿Puede el MSP
controlar con equidad, cuando es Juez y parte, al tener que supervisar
organismos dirigidos por ciudadanos que representan al mismo Poder Ejecutivo
que el Sr. Ministro? ¿No habrá que pensar en otra forma de gestión de
organismos como ASSE, donde quien la dirija sea electo por concurso y no por
afinidad política?
Sólo dos ejemplos de la
complejidad del tema si se pretende abordarlo con seriedad y sobre todo con
responsabilidad.
Existe a mi juicio, una
dificultad importante por parte de los actores políticos para comprender la
complejidad del tema y sobre todo para comprender el impacto que tienen los
errores que se cometen sobre el 10% del PBI.
No es casualidad que
tradicionalmente el MSP ha sido una cartera que siempre está en las negociaciones
políticas cuando de acuerdos se trata. Es uno de los ministerios que pueden ser
ofrecidos.
Pero si eso ocurriera, no debería
impedir que quien pretenda gobernar sepa con certeza qué se le va a exigir a
ese Secretario de Estado y a quienes se hagan cargo, en representación del
Poder Ejecutivo de los organismos estatales que prestan servicios de salud.
Para ello, creo yo, se debería
replantear la estrategia y las demandas que se le hagan al grupo, exigiendo más
profesionalidad entre quienes participen en la elaboración de las propuestas,
sin ignorar a todos aquellos que desde los diferentes sectores quieran aportar
sus inquietudes, que en general son muy parciales y a veces demasiado
personales, pero que forman parte de la visión sistémica tan necesaria.