martes, 28 de abril de 2015

El Vilardebó y Las Colonias. ¿De quién es la responsabilidad?


Publicada en el Semanario Búsqueda

Habiendo dirigido el primero y habiendo tenido bajo mi responsabilidad, como Director General de ASSE, las dos colonias, desearía compartir algunas reflexiones al respecto.
Mucho se ha hablado últimamente de ambos servicios dejando al descubierto su triste función de verdaderos depósitos de deshechos humanos.
Vemos a la prensa y a la población, a su influjo, horrorizarse de las realidades que emergen, cual punta de un enorme iceberg, en sus dominios.
Durante la dictadura, verdaderas barbaridades se cometieron con sus pacientes. Cuando asumí la dirección del Vilardebó, a menos de 2 años de finalizado el gobierno militar, comprobé las condiciones absolutamente inhumanas en que vivían los pacientes de ese hospital. Se intentó cerrar el hospital, porque su predio era valioso y porque era una verdadera vergüenza tener, a la vista de todo el que por ahí pasara, esa triste y atroz realidad. Lejos de esconder la realidad la hice pública y sacudimos la conciencia ciudadana, lo que nos permitió vender un número considerable de cupones para una rifa, cuyo resultado económico permitió realizar algunas obras para mejorar aquella situación. Recuerdo que el periodista Nano Folle realizó un informe con un vídeo de la planta física del Hospital en general y de la sala 11 en particular.
Renuncié, un año después, porque no logré obtener respuestas acordes de las autoridades del momento, para continuar cambiando esa realidad.
En 1988, como Director de ASSE, participé en la mayor inversión hecha por el Estado en las colonias. El Ministro Ugarte resolvió vender el Hospital Marítimo de Maldonado y la totalidad de lo recaudado fu invertido en la recuperación de los pabellones, cocinas, etc. Ahí, durante el gobierno militar se había implementado una estrategia aterradora. Aquellos pacientes que se encontraban en peores condiciones se ubicaban en la Colonia Santin C. Rossi, donde las condiciones edilicias eran desastrosas y donde se les alimentaba deficientemente. Testigos de aquella época lo comparaban a un verdadero campo de concentración.
Pese a la enorme inversión, a disponer de dos directores, uno para cada colonia, la situación era inmanejable y ya en aquel entonces realicé el planteamiento de que había que terminar con esa estructura. La enorme mayoría de los pacientes pertenecían al interior. Muy pocas visitas recibían, como ahora. Lo más lógico parecía ser proceder al traslado de los internos a sus departamentos de origen, creando pequeñas unidades asistenciales, que darían trabajo a la población, que lograrían una mejor calidad en la atención, como sucede habitualmente en las ciudades del interior y poniendo bajo la responsabilidad de los especialistas locales su tratamiento.
La primer resistencia fue del personal, que veía peligrar su fuente de trabajo y los beneficios extraordinarios que una estructura de esta naturaleza genera desde el entorno.
El segundo obstáculo está determinado por la indiferencia de todos nosotros, que preferimos, como el avestruz, esconder la cabeza y sólo sacarla cuando algún hecho alarmante nos sacude.
Estoy haciendo referencia a una realidad que por lo menos lleva 30 años.
Durante esos 30 años han pasado muchos gobiernos y la situación sigue igual.
Después de 10 años de gobierno del mismo partido político, se nos dice que hicieron lo posible y la realidad muestra que una vez más han fracasado
Las declaraciones del Ministro Basso son alentadoras. Se debe terminar con ésto.
¿Cuál es la solución?
Supongo que se debería partir de una búsqueda conjunta, de todas las fuerzas políticas, para reformular realmente el Programa de Salud Mental y las condiciones en que se mantienen a sus internados.

domingo, 19 de abril de 2015

¿Hasta cuando los uruguayos seguirán con la cabeza dentro del pozo?


http://lademocracia.info/?p=1518#more-1518

Días pasados nos asombrábamos por lo sucedido en las Colonias Psiquiátricas. Un poco antes, lo sucedido en el Vilardebó, nos mostró otro lado oscuro que no queremos ver.
Hoy nos enteramos que una residencia para ancianos fue cerrada por el MSP, al ser procesada con prisión la encargada, por no cumplir adecuadamente con los servicios que allí debían prestarse.
Tres hechos no menores, que afectan a sectores de la población, altamente vulnerables. Me refiero a los pacientes psiquiátricos y a los ancianos.
Nadie puede dudar que tanto en un caso como en el otro, muy poco se ha hecho en los últimos 40 años.
El Vilardebó arrastra sobre sus espaldas las salas de seguridad, verdaderos depósitos de deshechos humanos. Su condición de centros de reclusión genera trastornos severos en el funcionamiento del resto del hospital y hace que el resto de la planta física termine mimetizándose con ellas y generando las peores condiciones para la internación de quienes no tienen orden judicial.
Desde la Sociedad de Psiquiatría se ha reclamado la necesidad de un centro de internación psiquiátrica, para pacientes que deben permanecer privados de su libertad.
Las Colonias alojan un número muy importante de pacientes, provenientes en su enorme mayoría del interior, que raramente son visitados por sus familiares.
Por su estructura edilicia (un gran número de pabellones aislados entre si, en un predio de gran tamaño), por estar separados por una ruta, por tener una integración patológica con el entorno (robos, intercambio de bienes como la yerba y el tabaco por zapatos y camisas, espacio donde deshacerse de animales, etc.) se han convertido en la pesadilla de quienes tienen y han tenido la responsabilidad de su gestión, sin encontrarse solución alguna para normalizarla y sostenerla en el tiempo.
Por su parte las residencias para ancianos, desde que tengo memoria han mostrado realidades muy diferentes entre aquellas registradas y controladas por los organismos responsables y las que no lo están, que lamentablemente son la enorme mayoría.
De una manera o de otra, en Montevideo o en el interior, nos enteramos de residencias donde se tienen ancianos en condiciones absolutamente inhumanas.
Pero el sistema político y la sociedad toda, prefiere ignorar una realidad que afecta a muchísima gente, mientras el Presidente de la República nos dice que para su gobierno la Salud Pública es una prioridad.
Lo sucedido en Salto nos muestra que no se puede jugar a la autoridad y decretar el cierre, porque no hay opciones de internación para esa población que ha perdido contención familiar o capacidad para auto cuidarse.
Cada uno de estos temas requiere de respuestas concretas y sustentables, como puede ser la creación de ese hospital psiquiátrico que mantenga recluidos a sus internos, manejado por quienes saben del tema y apoyados por los servicios asistenciales pertinentes; la conversión del Hospital Vilardebó en un centro para la internación aguda psiquiátrica de toda la población que lo requiera, (como lo fue hace muchos años) en una tarea complementaria entre el sector público y el privado, aprovechando su enorme planta física y su capacidad de reciclaje y redefinición de espacios. Y para los ancianos desvalidos, que están internados en las residencias no registradas, soluciones reales que deberían llegar antes de tratar de inventar Sistemas de Cuidados que no los contemplen.
Todo eso será posible el día que los uruguayos saquemos la cabeza del pozo y asumamos con valentía la responsabilidad de reclamar por quienes no pueden hacerlo, impidiendo que se siga haciendo demagogia y se siga aprovechando estas tragedias, alternadamente, para reclamar desde la oposición a los que están en el gobierno, olvidando cuando se accede al gobierno lo que se reclamaba desde la oposición.
Si no lo hacemos deberemos pensar seriamente si no será necesario incorporar al avestruz entre los símbolos que nos identifican.