martes, 12 de mayo de 2020

Las actuales certezas sobre la pandemia de coronavirus

La mayor parte de las noticias sobre la pandemia son negativas

Lamentablemente en esta etapa del proceso donde la casi totalidad del conocimiento está en construcción, sólo podemos hablar de lo que sucede, que en general son cosas negativas.

Algunas noticias que llegan de muchos orígenes, parecen abrir ventanas por donde podrán entrar vientos de esperanza.
Sin embargo creo que en este mar de incertidumbres solo deberíamos hacer referencia a las certidumbres.

Sabemos que, como en toda pandemia o epidemia, el agente causante es prácticamente imposible de eliminar. Eso significa que hasta que no llegue la vacuna, todos estamos expuestos a contagiarnos.

También sabemos que el 80% de los casos de Covid 19 son leves y se resuelven en el primer nivel de atención (consulta domiciliaria o en policlínica). Por otra parte un 20% debe recurrir a servicios más complejos. De ese 20% un porcentaje reducido de ellos requieren cuidados intermedios o intensivos. En algunos caso, los más graves, con intubación orotraqueal. Esto último corresponde al tercer nivel de atención, el de mayor complejidad y el que dispone de una oferta de camas y respiradores más reducida.

Es muy necesario saber que del 100% de los infectados, quienes han tenido contacto con el agente infectante, un porcentaje importante no cursa la enfermedad. Son los portadores sanos. Contagian sin estar enfermos.

Si aceptamos este análisis como válido, lo primero que se nos podría ocurrir es aplicar la estrategia que han utilizado algunos países y busquemos contagiar a la mayor cantidad de personas, para adquirir anticuerpos y convivir pacíficamente con el virus. Bastaría aislar a los grupos de mayor riesgo y con ello el riesgo de desborde del sistema sanitario se reduciría bastante.

El problema es que, por una simple regla matemática y porque así se comportan estas epidemias, cuanto mayor sea el número de infectados, mayor será el número de enfermos y mayor el número de pacientes graves y mayor la demanda de camas de CTI con sus respectivos respiradores. No se debe olvidar que además los pacientes covid 19, en general, requieren de mayor cantidad de días de internación, con lo que reducen la oferta de estas camas.
Por otra parte sabemos que, por la experiencia de otras epidemias de gripe por ejemplo, las camas de CTI no han sido suficientes para tratar las complicaciones de esa enfermedad.

Como todos los años el número de casos de pacientes graves por complicaciones de la gripe aumenta en el invierno. Si se permiten que coincidan la gripe con el covid 19, la capacidad instalada será absolutamente insuficiente y por lo tanto quedarán pacientes sin asistencia. En ese caso habrá que decidir, como sucedió en otros países, a quien atender y a quien no.

Por lo tanto se puede afirmar con certeza que si no nos cuidamos y no evitamos el contagio masivo, esa actitud puede tener dos consecuencias muy negativas:

  1. Puede colapsar el sistema asistencial
  2. El colapso del sistema asistencial puede dejar pacientes sin asistencia, padeciendo una enfermedad compleja, sin cuidados.
Para los egoístas, deberían pensar que ese paciente grave, sin asistencia, puede ser un familiar o un allegado.

Otra certeza es que lo primero que se puede descubrir, en simultáneo con el avance de los conocimientos sobre las características del virus. son medicamentos que permitan combatir con eficacia la enfermedad contraída. Eso significa que es razonable esperar que en el corto o mediano plazo se logre reducir la mortalidad, pero seguiremos teniendo problemas con la capacidad de respuesta del sistema y eso además dependerá de que esa medicación, que se está ensayando, se pueda aplicar precozmente o solo se aplique en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que modifica notoriamente los riesgos. Ésta es un certeza con muchas incertidumbres.


Por todas estas razones se podría aceptar e incorporar como certeza que hasta que pase el invierno y disminuyan las enfermedades estacionales, que demandan servicios asistenciales del mayor nivel, no es prudente abandonar las medidas de aislamiento en forma masiva. Los expertos y científicos irán sugiriendo grupos de actividad que se puedan ir reincorporando de manera controlada mientras tanto.


Los veteranos debemos respetar al máximo la cuarentena, porque es la única medida que nos puede asegurar riesgos mínimos y debemos prepararnos para salir con extremos cuidados, cuando llegue el buen tiempo. Protecciones personales, medidas de distanciamiento social, cuidados al reingreso a nuestras viviendas con protocolos bien definidos y sencillos de cumplir, pensando que ñéstas son como blocks quirúrgicos, libres de contaminación, gracias a la cuarentena que hemos realizado, pero fácilmente contaminables por un descuido.

La última certeza que disponemos es que sólo la vacuna, que por sus propias características, demorará bastante, podrá sacarnos del círculo de cuidados en que nos encontramos.

Los integrantes del grupo de mayor riesgo, los mayores de 65 años deberemos tener mucha paciencia, encontrar formas de transitar el aislamiento y mantener los cuidados extremos por un largo período.