viernes, 28 de julio de 2017

El cierre del Sanatori Canzani (II)


Mi columna en La Democracia


En mi columna anterior hacía referencia al rico historial del Sanatorio Canzani. En esta columna voy a fijar posición sobre el tema. 

Las ciencias organizacionales resaltan la importancia de la Gestión del Conocimiento Organizacional, que implica rescatar todo el aprendizaje organizacional, transformándolo en conocimiento perteneciente a la organización, que puede ser compartido con otras organizaciones y que no desaparece con el retiro de los responsables de su desarrollo. 

Quienes proponen el cierre del Canzani, lo fundamentan en la caída abrupta del número de partos que deja ociosas numerosas camas.

Si se analiza el proceso, que ya lleva unos cuantos años, es fácil comprobar que lo que están haciendo es continuar la obra de sus antecesores, desmantelando una estructura que supo ocupar un lugar de destaque en el Sistema de Salud uruguayo.

Es otra clara muestra de la falta notoria de una visión sistémica de quienes hoy son responsables de la gestión y planificación de los servicios de salud del Uruguay.

En todas las opiniones vertidas sobre el cierre del Canzani, no he tomado nota de alguna referencia al estado y las condiciones de su planta física. Ya en los años 80, cuando colaboraba con la Dirección de dicho sanatorio, un incendio en el primer piso desnudó problemas serios de la estructura, que limitaban, entre otras cosas, la evacuación en casos de siniestro. Las soluciones arquitectónicas eran muy complejas.

Hoy 30 años después y tomando en cuenta que se trata de un edificio de más de 100 años, parecería ser su planta física la razón fundamental para su cierre, lo que no quiere decir que con ello se deban interrumpir sus prestaciones.

Se debería preservar la exitosa experiencia en el área obstétrica, rescatando el conocimiento acumulado, que de aplicarse seguramente hubiera permitido evitar algunas muertes como la ocurrida en la ciudad de Paso de los Toros.

Por otra parte sería bueno pensar en términos de lo que hoy  se conoce como Centros de Referencia por Patología, focalizado en el diagnóstico y tratamiento de las malformaciones congénitas y enfermedades raras, que pudiera atender la demanda  pública y privada de toda la población.

La experiencia del Canzani  podría constituirse en el germen de un Centro de estas características. Sería una magnífica experiencia de complementariedad público privada, racionalizando los recursos existentes, concentrando saberes y experiencias desarrolladas en otros ámbitos y logrando soluciones que de otra manera sería muy costoso implementar.

Cuando se piensa en una alternativa de estas características no se puede ignorar que las malformaciones congénitas, muchas veces requieren tratamientos complejos (CTI) y estudios muy especializados, en su diagnóstico y seguimiento (Tomografía Computada, Resonancia Magnética), que la planta física del Canzani no dispone.

Lamentablemente el edificio Libertad, ha sido destinado a mantener un servicio que hace mucho tiempo dejó de tener sentido de ser. Hubiera sido un lugar magnífico para sustituir al Canzani y desarrollar en él un Centro de Referencia para las patologías congénitas y otras de rara aparición.

Quizás podamos cultivar la ilusión de contar algún día con una mayor visión sistémica, por parte de las autoridades que, por ejemplo, procure fortalecer el desarrollo de la traumatología y la ortopedia en los hospitales generales de la capital y del interior y se pueda transformar el edificio Libertad en el Centros de Referencia Nacional, focalizado en el diagnóstico y tratamiento de las malformaciones congénitas y las enfermedades raras.

Sería bueno también que, de una vez por todas, quienes no logran saber qué hacer con algunos servicios, antes de cerrar a lo bruto, intenten analizar para qué otro destino pueden servir aquellos servicios con tanta trayectoria

viernes, 14 de julio de 2017

El cierre del Sanatorio Canzani

Mi columna en La Democracia


Un poco de historia, para entender mejor el tema del cierre de este emblemático sanatorio.

El sanatorio Canzani, al igual que el sanatorio Pacheco, en la calle Agraciada, fueron sanatorios privados que, a mitad del siglo pasado, pasaron a convertirse en las dos unidades de internación del Consejo Central de Asignaciones Familiares originalmente y de la Dirección General de la Seguridad Social, cuando ésta fue creada absorbiendo a organismos vinculados a la Seguridad Social, durante la última etapa de la dictadura.

Ambos sanatorios requerían inversiones importantes y las autoridades interventoras decidieron el cierre del Sanatorio Pacheco, contratando servicios privados para atender la demanda.

Se decidió recuperar el sanatorio Canzani, convirtiéndolo en la Unidad de Perinatología. Esta especialidad fue impulsada desde el Centro Latino Americano de Perinatología (CLAP/OPS), que revolucionó la asistencia perinatal del momento

Para quienes trabajábamos en los Centros Materno Infantiles de Asignaciones Familiares, era habitual comprobar errores asistenciales, en pacientes que padecían  patologías severas que ponían en riesgo el embarazo y sus vidas.

Como respuesta a esos hechos fue creada una Comisión para atender la problemática del Alto Riesgo Materno Infantil.

Dicha comisión, que integramos, logró formular un Programa de Alto Riesgo, que pautaba las conductas a seguir según la detección de aquellas patologías que implicaban un mayor riesgo para la embarazada. El cuerpo técnico sabía con precisión que cuando se evidenciaba determinado factor de riesgo, la paciente debía ser derivada a la policlínica de Alto Riesgo, donde se definían las condiciones de su seguimiento. El Canzani era el centro asistencial al que se debía derivar para la atención de su parto. Este programa involucraba a embarazadas de Montevideo y del interior.

Quienes cursaban un embarazo normal eran asistidas en otros centros privados.

El Profesor Mañe Garzón, responsable del Departamento de Pediatría impuso, entre otras cosas, la auditoría de las Historias Clínicas de los embarazos culminados en muerte fetal, para comprobar si se habían cumplido las pautas asistenciales definidas para ese embarazo. Se trataba de una suerte de Auditoría interna que permitía prevenir futuros errores.

Fue en el Canzani donde fundamos el Servicio de Ecografía obstétrica, incorporando ese estudio como rutina al momento de la captación, siendo pioneros en el sistema público y privado. Eso permitía saber con exactitud el tiempo de gestación y las características iniciales de ese embrión. También permitía darle seguimiento a esa gestación y conocer otros factores de riesgo, que de otra manera eran muy difíciles de detectar.

Los avances generados en el Laboratorio del Canzani, permitieron prevenir y tratar precozmente muchas enfermedades, contribuyendo al abatimiento de las tasas de mortalidad infantil.

Al mismo tiempo, el Área de la Salud, tenía un departamento especializado en la atención de las malformaciones congénitas, con especialistas de gran categoría que generaron historia en tratamientos tales como “labios leporinos”, al alcanzar un volumen tal de tratamientos concentrados en un solo lugar que eran referencia en el mundo de la medicina.

Muy pocas especialidades se resolvían fuera del Canzani.

Tampoco se debería olvidar el Programa de seguimiento de Prematuros y Recién Nacidos en Riesgo, que cuando nacía un niño en esa situación era seguido en domicilio por un equipo especializado.

Todo ésto muestra que aún en dictadura, el Canzani desarrolló sus servicios obstétricos y pediátricos, logrando altos niveles de calidad, pese a su vieja planta física.

Tantos conocimientos y experiencias acumuladas, vinculadas a la atención materno infantil, no deberían ser desaprovechadas, más allá de las nuevas realidades.  

sábado, 1 de julio de 2017

Cuando la Indigencia Sanitaria se transforma en Riesgo de Vida


Mi columna en La Democracia

En Salud, uno de los temas que quizás sea de los más urgentes de resolver es el relacionado con la cobertura de las emergencias asistenciales que, como lo he sostenido reiteradamente, es la primera de las necesidades básicas en salud a ser resuelta para superar la situación de indigencia sanitaria en que siguen viviendo muchos uruguayos.

Si pensamos en las situaciones que han ocurrido y siguen ocurriendo, a lo largo y ancho de todo el país, en las que mucha gente ha padecido la ausencia de atención o la mala calidad de ésta y ha terminado muerta, se puede afirmar que es imprescindible desarrollar, con visión sistémica, un Sistema Nacional Integrado de Emergencias, en el que participen complementándose los prestadores públicos y privados.

Por otra parte la complejidad del tema y sus alcances e impactos hacen que sea necesario analizarlo con mayor detenimiento.

Numerosos ejemplos hacen resaltar su importancia, referida a la accidentología vial. ¿Cuántas víctimas de accidentes carreteros culminan muertas o con graves secuelas por carecer de una repuesta asistencial acorde y oportuna? En el caso de nuestro amigo José Carlos Cardozo, la calidad de la respuesta seguramente tuvo que ver con su recuperación.

Otro aspecto que no es menor es la falta de relación entre la enorme inversión  en hotelería del más alto nivel, en parajes alejados de centros urbanos y la ausencia de respuestas asistenciales adecuadas y acordes con el nivel de servicios que se ofrecen y por lo tanto que se contratan. ¿Es lógico que alguien pague cifras muy elevadas por servicios old inclusive y si sufre una crisis de salud, no tenga ni cómo ni con quién ser atendido? ¿No se mejoraría sensiblemente la oferta si estas emergencias estuvieran atendidas? Ignorarlo, como país, me parece un acto de tremenda irresponsabilidad y muy poco profesionalismo empresarial.

Simultáneamente un número importante de compatriotas padece la insatisfacción de la necesidad básica de ser atendido en tiempo y forma, cuando sufre un quebranto grave de salud. En este caso la ausencia de respuesta puede ser geográfica, por residir en un paraje lejano o por residir en una ciudad o pueblo donde no existe la adecuada coordinación interinstitucional  de los recursos disponibles o simplemente porque vive en un barrio donde los servicios no ingresan por temas de seguridad.

Durante el gobierno del Partido Nacional presidido por Luis Alberto Lacalle, con Julio Macedo en la Dirección General de ASSE, participé como negociador en representación de este organismo en la implementación de un acuerdo con la FEMI, para garantizar la atención de todas las emergencias médicas, quirúrgicas, pediátricas, ginecobstetricas  y traumatológicas ocurridas en los servicios de ASSE del interior del país. En realidad se trató de un acuerdo por el que se contrataba los servicios de las instituciones federadas de la FEMI para que, con sus recursos humanos, atendieran lo que ASSE no podía atender en todo el territorio de cada departamento del interior del país.

Intereses empresariales hicieron que el acuerdo durara lo que un lirio, menos de 6 meses de asumir la nueva administración y desde entonces se ha ignorado la situación de tanta gente que sufre de una pésima cobertura o carece totalmente de ella.

Por todas estas razones el propuesto Sistema Nacional Integrado de Emergencias debería tener, a mi juicio, propuestas departamentales que incluyan bajo su cobertura a todos los habitantes del departamento, propuestas regionales que aporten la complejidad necesaria para la atención de las demandas de núcleos más importantes de usuarios y propuestas nacionales que contemplen los mayores niveles de complejidad.

Se debería basar en criterios de complementariedad y racionalidad, terminando con las duplicaciones de servicios. No deberían existir emergencias públicas y privadas ni centros regionales o nacionales superpuestos, sino servicios únicos de alta complejidad con todos los recursos necesarios disponibles. Servicios como el de neurocirugía de Tacuarembó son un claro ejemplo de lo que planteo.

Por último y por ahora, es indiscutible que la solución no es un tema exclusivo del sector de la salud. Hay otros organismos, como la Fuerza Aérea, la Policía Caminera, la Policía Rural, las intendencias, etc. que deberían ser involucradas en la formulación del proyecto, para que aporten desde su saber y desde sus recursos,  las mejores soluciones para resolver, lo que otros países del Primer Mundo han resuelto hace ya bastante tiempo.