martes, 26 de septiembre de 2017

El Hospital Vilardebó Otra fuga


La fuga de 4 pacientes internados en la sala 11 del Hospital Vilardebó vuelve a poner en primer plano el presente y el futuro de ese hospital.

31 años van a cumplirse de aquel noviembre en el que presenté renuncia a mi cargo de Director del Vilardebó, motivada por la ausencia de respuestas a mis reclamos para mejorar las condiciones de vida de esos pacientes.

Hoy nos enfrentamos al problema bajo el mandato de una ley que en un tiempo, que por suerte no es demasiado corto, prevé la deshospitalización de los pacientes ahí internados, y que tengo entendido impide la hospitalización de nuevos pacientes en dicho hospital.

El nuevo paradigma es “basta de hospitalización” para los pacientes que padecen enfermedades mentales.

En 1986, desde Italia, llegaba una corriente en el mismo sentido que intentó implantarse y que fracasó rotundamente.

Para que una tendencia de ese tipo funcione se requieren algunas condiciones básicas.

1.  Una familia continente que pueda disponer de los recursos físicos y económicos para mantener pacientes con estas características en el domicilio.
Vemos que simultáneamente se desarrolla e impulsa un Sistema Nacional de Cuidados para colaborar en el cuidado de los ancianos de las familias más vulnerables. Yo me pregunto si alguien piensa que cuidar a personas que el único problema que tienen es la vejez, puede considerarse similar a la tarea de cuidar a un paciente portador de una enfermedad mental. Parece evidente que quienes así lo entienden no tienen la menor idea de cómo son las cosas.

2.  Un Primer Nivel de Atención muy potente, donde las policlínicas de Salud Mental funcionen de manera eficiente, con los recursos humanos necesarios, entre los que el personal de enfermería que colabore en darle seguimiento a esos pacientes es indispensable y que a su vez dispongan de la medicación necesaria en tiempo y forma. No se debe descuidar el componente de seguridad que trae aparejado la manipulación de psicofármacos en servicios extra hospitalarios.

3.     Servicios de internación para atender esas demandas cuando los pacientes se descompensan.

Sin temor a equivocarme entiendo que estamos muy lejos de poder satisfacer esos requisitos básicos.

En aquella época un psiquiatra en la ciudad de Durazno, lograba mantener los pacientes en sus domicilios, pero no se debe ignorar que a los requisitos antes enumerados se sumaba la contención social que los barrios, de las ciudades del interior, brindaban a este tipo de pacientes.

Por otra parte y no es un tema menor, desde aquella época se arrastra el problema de los pacientes internados por disposición judicial que requieren medidas de seguridad para impedir su fuga.

El Hospital nunca tuvo condiciones para cumplir con el rol custodial. Lo que funcionaba mejor era la sala 11Bis, contigua a la 11 que dependía del sistema carcelario, tenía su propio sistema de seguridad y recibía del Hospital la cobertura asistencial en la especialidad. Jamás se escapaba nadie de esa sala. 

Conflictos de poder e intereses, respaldados por disposiciones judiciales hicieron que el Ministerio del Interior de la época, resolviera abandonarla y que sólo quedara la sala 11 con problemas similares a los actuales.

Una complicación extra sobrevenía cuando la decisión judicial indicaba modificaciones en las condiciones de internación y el paciente era trasladado al servicio abierto. Todo tipo de conflictos se generaban.

En suma, muchos problemas no han podido ser resueltos: el Sistema de Salud público y privado con notorias carencias para la atención de los pacientes mentales en crisis agudas, el Hospital Vilardebó con su furo incierto, un edificio que además de su valor patrimonial posee capacidad suficiente como para convertirse en un Centro de Alta Especialización en Psiquiatría, los pacientes judiciales sin un lugar adecuado donde tratarlos y mantenerlos recluidos.

Todo esto sucede más allá de los años transcurridos y de la tan mentada Reforma de la Salud, con 10 años de vigencia.

Por otra parte los actuales gobernantes, tratando de diferenciarse,  intentan las mismas cosas que intentaron las autoridades de la dictadura y que los familiares de los pacientes y los funcionarios impidieron que se concretaran

Lo más dramático es que la ocurrencia en reiteración real de los mismos episodios nos enrostran ese sentimiento ambiguo que nos revela cuando tomamos conciencia, pero que rápidamente nos hace olvidar que ahí viven personas que lo hacen como verdaderos deshechos humanos.

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