martes, 26 de junio de 2012


La Medicina Familiar y la escasez de pediatras para atender las necesidades de ASSE

Una vez más comprobamos, lo que parece irse convirtiendo en una forma de actuar de quienes nos gobiernan. Durante años criticaron, obstaculizaron e hicieron lo imposible para que no funcionaran, propuestas surgidas desde otro ámbito que no fuera el de ellos mismos.
Hoy con agradable sorpresas vemos como iniciativas en las que tuvimos el privilegio de participar hace más de 20 años han tomado nuevamente vigencia y son impulsados con renovados bríos.
En particular hoy quiero referirme a la Medicina Familiar, tan criticada y obstaculizada, cuando inauguramos el primer centro de la especialidad en el  Hospital Pedro Visca, en el año 1987.
Se trató de una maravillosa experiencia, impulsada por el Ministro nacionalista Dr. Raúl Ugarte, durante el primer gobierno del Dr. Sanguinetti, con el apoyo de la OPS, quien financió la contratación de especialistas venezolanos que participaron en la formación de los primeros 2 grupos de Médicos de Familia.  La experiencia implicaba una adecuación de la planta física que ponía al servicio a la altura de cualquier servicio privado, incluyendo equipamiento diferente, lo que lo hacía totalmente único.
La batalla fue tremenda, al extremo que la propia Facultad de Medicina participó, creando equipos de practicantes comunitarios para obstaculizar la supuesta politización del programa.
Hoy vemos el involucramiento de la Facultad, que ha creado un postgrado de la especialidad y cómo la Dirección del Primer Nivel de ASSE, está en manos de una Médica de Familia.
Pienso que son señales de que aquello que tanto denostaron, finalmente fue aceptado e implementado.
Seguramente deben de haberse incorporado importantes mejoras al programa inicial, que implicaba una capacitación de muy corto tiempo y que requería un vasto esfuerzo de complementación.
¿Cuál fue la idea impulsora? Intentar volver al médico de cabecera, partiendo de un médico sin especialidad, que al igual que los médicos rurales, fuera entrenado en las diversas maniobras diagnósticas, para poder detectar desvíos de la normalidad en áreas muy sensibles como la medicina, la obstetricia, la pediatría, la otorrinolaringología, etc.  Se les dotaba del equipamiento básico para controlar latidos fetales, realizar electrocardiogramas, diagnosticar problemas agudos de oído, etc.
¿Qué se esperaba de estos profesionales? Que pudieran realizar los controles programados para el seguimiento de embarazadas y niños, comprobando la normalidad o en su defecto derivando al / a la  paciente al especialista para su tratamiento, pudiendo posteriormente dar seguimiento a las indicaciones de éste.
Se trataba de la primera línea de asistencia, que debía funcionar en equipo con otras profesiones (trabajador@s sociales, enfermer@s, etc) y apoyados en los especialistas que, sin tanta demanda, tendrían mucha mayor capacidad de atención.
Sin lugar a dudas, si no se hubieran perdidos todos estos años y en lugar de obstaculizar y sabotear, se hubiera invertido el esfuerzo en mejorar la propuesta inicial, hoy no tendríamos esta crisis asistencial.
Aclaro, en mi criterio, ésto es sólo una parte de la solución.

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