La Medicina Familiar y la escasez de pediatras para atender las necesidades de ASSE
Una
vez más comprobamos, lo que parece irse convirtiendo en una forma de actuar de
quienes nos gobiernan. Durante años criticaron, obstaculizaron e hicieron lo
imposible para que no funcionaran, propuestas surgidas desde otro ámbito que no
fuera el de ellos mismos.
Hoy
con agradable sorpresas vemos como iniciativas en las que tuvimos el privilegio
de participar hace más de 20 años han tomado nuevamente vigencia y son impulsados
con renovados bríos.
En
particular hoy quiero referirme a la Medicina Familiar, tan criticada y
obstaculizada, cuando inauguramos el primer centro de la especialidad en
el Hospital Pedro Visca, en el año 1987.
Se
trató de una maravillosa experiencia, impulsada por el Ministro nacionalista
Dr. Raúl Ugarte, durante el primer gobierno del Dr. Sanguinetti, con el apoyo
de la OPS, quien financió la contratación de especialistas venezolanos que
participaron en la formación de los primeros 2 grupos de Médicos de
Familia. La experiencia implicaba una
adecuación de la planta física que ponía al servicio a la altura de cualquier
servicio privado, incluyendo equipamiento diferente, lo que lo hacía totalmente
único.
La
batalla fue tremenda, al extremo que la propia Facultad de Medicina participó,
creando equipos de practicantes comunitarios para obstaculizar la supuesta
politización del programa.
Hoy
vemos el involucramiento de la Facultad, que ha creado un postgrado de la
especialidad y cómo la Dirección del Primer Nivel de ASSE, está en manos de una
Médica de Familia.
Pienso
que son señales de que aquello que tanto denostaron, finalmente fue aceptado e
implementado.
Seguramente
deben de haberse incorporado importantes mejoras al programa inicial, que
implicaba una capacitación de muy corto tiempo y que requería un vasto esfuerzo
de complementación.
¿Cuál
fue la idea impulsora? Intentar volver al médico de cabecera, partiendo de un
médico sin especialidad, que al igual que los médicos rurales, fuera entrenado
en las diversas maniobras diagnósticas, para poder detectar desvíos de la
normalidad en áreas muy sensibles como la medicina, la obstetricia, la
pediatría, la otorrinolaringología, etc.
Se les dotaba del equipamiento básico para controlar latidos fetales,
realizar electrocardiogramas, diagnosticar problemas agudos de oído, etc.
¿Qué
se esperaba de estos profesionales? Que pudieran realizar los controles
programados para el seguimiento de embarazadas y niños, comprobando la
normalidad o en su defecto derivando al / a la
paciente al especialista para su tratamiento, pudiendo posteriormente dar
seguimiento a las indicaciones de éste.
Se
trataba de la primera línea de asistencia, que debía funcionar en equipo con
otras profesiones (trabajador@s sociales, enfermer@s, etc) y apoyados en los
especialistas que, sin tanta demanda, tendrían mucha mayor capacidad de
atención.
Sin
lugar a dudas, si no se hubieran perdidos todos estos años y en lugar de
obstaculizar y sabotear, se hubiera invertido el esfuerzo en mejorar la
propuesta inicial, hoy no tendríamos esta crisis asistencial.
Aclaro,
en mi criterio, ésto es sólo una parte de la solución.
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