miércoles, 17 de octubre de 2018

Héctor Joaquín Lucian

Esta columna carece de su corrección

Se fue hoy.

Otro amigo que se nos adelanta

Encontró el descanso y la paz que tanto deseaba.
Me llamó antes de irse, como lo hace un buen amigo y me avisó que se estaba yendo. Escuché música clásica en su entorno y lo imaginé buscando en paz el descanso eterno.

Joaquín, como lo llamábamos los amigos, fue un personaje excepcional que mucho me ayudó y me apoyó en mi vida profesional.
Actualmente, ya retirados, era mi corrector para las columnas que publicaba en La Democracia o en cualquier otro medio de comunicación, con su visión inteligente y siempre moderada.

Nos conocimos en la Dirección General de la Seguridad Social, cuando lo habían designado para dirigir el Sanatorio Canzani. Me pidió que le diera una mano, porque yo conocía la estructura y su funcionamiento y ahí se inició una larga y profunda amistad.
Siendo integrantes de la dirección sanatorial adherimos al paro que en el final de la dictadura, la sociedad impulsó.

Fuimos juntos al Obelisco y compartimos la emoción de aquella hermosa demostración de repudio al autoritarismo.
Cuando ya hijos y sobrinos sospechaban que el Papá Noel que aparecía en Navidad era Joaquín, lo suplanté disfrazándome y repartiendo regalos en la casa de sus suegros.

Además de su carrera en el BPS que lo llevó a ocupar el máximo cargo en el Área de la Salud, fue un motor impulsor del crecimiento de su CUDAM, a la que transformó de una mutualista con menos de 10000 afiliados a lo que hoy es en la actualidad.
Fue el impulsor del Sanatorio mutual en Colón que, antes de ser lo que hoy es, tuve la oportunidad de dirigir.

Juntos y a solicitud del Profesor Rubio, que le tenía mucha confianza, escribimos para Wilson Ferreira Aldunate un proyecto de Seguro Nacional de Salud, que el Partido Nacional presentó en el Senado en 1985.
Estuvo apoyándome cuando dirigí ASSE, como la persona de mayor confianza, como si hubiera sido un hermano mayor.

Me hizo conocer la Coronilla y disfrutar junto a su familia de veranos inolvidables que recuerdo con nostalgia.
Nunca se preocupó demasiado por su salud y los años le cobraron facturas.

Renunció a su cargo en el BPS y tiempo después al de CUDAM.
La inactividad y su salud deteriorada golpearon muy duro a aquel gladiador que supo ser y no lo soportó.

En más de una oportunidad me dijo que se quería ir y finalmente lo logró.
Como en casi todo, terminó logrando lo que se proponía.
En mis recuerdos, un amigo entrañable, un hermano de la vida, un consejero honesto y sincero, pero por sobre todo uno más de esos seres de luz, que puedo contar con orgullo haber tenido el privilegio de conocer y en su caso particular haber disfrutado de su amistad, de sus consejos y de su apoyo.

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