lunes, 5 de junio de 2017

El Hospital Vilardebó, sus 137 años y el sostenido abandono.


Mi columna de La Democracia, referida al Hospital Vilardebó mi primera Dirección hospitalaria


Días pasados veía con angustia e indignación, cómo ese hospital continuaba en el estado de deterioro que la falta de voluntad para revertirla me hizo renunciar a su dirección en noviembre de 1986, hace más de 40 años y 10 de la “maravillosa” reforma de la salud.

La actitud de las jerarquías ministeriales me pareció de una impudicia patológica.

Nadie puede mostrar el terrible deterioro que existe en la sala 11 de seguridad, con tanta liviandad. Nadie puede sonreír con actitud “paternal” ante el reclamo de un paciente por las condiciones de los baños de una de las salas del hospital. Nadie puede mostrar un amontonamiento de camillas en la sala de electro shock, como si formara parte de un equipamiento necesario para la práctica de esos tratamientos. Da más la impresión de un depósito de camillas que de una sala de tratamiento.

El número de pacientes es similar al que tenía ese centro hospitalario, hace 40 años y la cronicidad de los internados parece seguir siendo predominante.

La imagen del patio de la sala 11 mantiene su brutal deterioro, pese a que en aquella época se invirtió una suma importante para su remo delación.
La falta de higiene del tejido que lo cubre es una muestra del abandono y la desidia.

Los baños eran ruinosos después de la dictadura y siguen siéndolo pese al implacable transcurrir del tiempo y al pasaje por el gobierno de todas las fuerzas políticas.

¿Son acaso mejores, en la atención de esta población tan vulnerable,  quienes nos gobiernan actualmente y desde hace 12 años, que los anteriores?

Por otra parte, si eso fue lo que nos mostraron, alguien se imagina cómo debe de estar el resto de ese magnífico edificio.

¿Puede alguien tener alguna duda que estos pacientes forman parte del núcleo mismo de los más desprotegidos? Padecen de un importante grado de abandono y su patología siquiátrica reduce aún más su capacidad de salir de esa situación.

Se dijo que se estaba impulsando una reforma en lo asistencial, para terminar con el hospitalismo que mantiene a estas personas internadas durante muchísimo tiempo y la solución pasa por las “casas de medio camino” que se impulsaban en aquella época (jodida innovación de los refundadores) y que en 40 años parece que se han logrado concretar 10 en todo el país. Puede alguien, con un mínimo sentido de responsabilidad, decir que es una alternativa viable.

No hay casas para la gente que vive en los asentamientos, no hay personal suficiente para atender estos hospitales, no hay respuesta ambulatoria adecuada para darles seguimiento a estos pacientes.  

¿Cómo piensan hacerlo? Sin lugar a dudas se trata de otra “pompita” más de las que tanto  gustan lanzar

Esta metodología de “parches y pompitas” distrae del centro del problema: La Salud Mental en toda su complejidad y diversidad y su asistencia.

Basta de improvisaciones, de corte y pegue de ideas de otros.

Esta tarea debe de ser enfrentada por todos, para lograr una solución definitiva que atienda de una vez por todas a esta gente tan ignorada y desprotegida.

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