El miércoles 23 de setiembre el programa Santo y Seña puso
al desnudo una realidad que hace mucho tiempo vengo denunciando. La reforma de
la salud, tan exaltada por el partido gobernante, no ha sido más que un gran
titular
La cobertura asistencial no ha sido más universal que lo que
lo era antes de ella y la integralidad no ha avanzado más que en pequeños
pasos, que no han tenido verdadero impacto
Dos componentes fundamentales, que hacen a la calidad de la
asistencia, quedaron una vez más al descubierto.
1. No
se ha logrado instrumentar un Sistema Nacional de Emergencias.
Existen numerosos lugares del
país donde la gente sigue falleciendo por falta de asistencia adecuada.
Mientras tanto, en muchos lugares, conviven más de un servicio de emergencia
que se superponen, dejando vacíos
responsables de verdaderas omisiones asistenciales. Se vieron
manifestaciones de gente que ante la pregunta de qué puede hacer si tiene una
crisis de salud, respondió que sólo le quedaba morirse.
¿Es posible eso, en un país tan
pequeño y sin accidentes geográficos de relevancia?
Lo más grave es que no solo se
trata de lugares distantes, muchas veces aislados por cursos de agua
desbordados por crecidas. Se comprueban carencias en capitales departamentales,
donde la superposición es aún más grave.
Con los recursos existentes se
podría avanzar muchísimo, considerando el tema sistémicamente.
2.
Es evidente la falta absoluta de una reforma
profunda del Primer Nivel de Asistencia.
El país y la Universidad se han
convencido que la Medicina Familiar y Comunitaria es la especialidad idónea
para la atención de este nivel. Existe una cátedra liderada por uno de los
primeros Médicos de Familia que ha tenido este país, con más de 20 años de
experiencia.
Existen médicos rurales, formados
con objetivos similares, con una vasta experiencia en la atención de
poblaciones sin otra cobertura, que podrían ser capacitados y convertidos en
modernos Médicos de Familia.
Existen recursos humanos, como
los policías rurales, dispuestos a lo largo y a lo ancho de todo el país, que
pueden ser capacitados en técnicas de reanimación y primeros auxilios. Ya se
hizo cuando dirigí ASSE en 1988 y dio buenos resultados.
Existen recursos tecnológicos,
como la Telemedicina que ya se ha experimentado con éxito en zonas del
departamento de Cerro Largo.
Existe la posibilidad de realizar
rondas sanitarias con equipamiento y especialistas, como se realizaban en el
departamento de Tacuarembó hace casi 30 años. Los doctores Antonio Chiessa y
Ciro Ferreira fueron responsables de su instrumentación.
Existe la participación
simultánea del estado y del sector privado en todos los rincones del país.
¿Qué falta?
A mi juicio, en primer lugar, falta voluntad para hacer lo que hay que hacer y la gente necesita.
En segundo lugar falta sensibilidad
para prestar atención a las necesidades angustiantes de la gente.
En tercer lugar da la sensación de que falta conocer la realidad nacional,
embarrándose los zapatos, fuera de las campañas electorales, para llegar a
conocerla en su integralidad.
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