Hace muchos años,
en oportunidad de una visita a EEUU, pude comprobar el contrasentido existente
en aquél país, entre el poderío económico y la realidad asistencial de una
parte de su población. Los hospitales cerraban sus servicios de emergencia,
para impedir el ingreso de personas que no tenían cobertura de seguros médicos.
La ex Primera
Dama y hoy precandidata, Hillary Clinton, ha insistido mucho sobre la reforma
de la salud y tengo entendido que aún no se ha logrado una cobertura universal
como la que el Uruguay ha tenido desde hace muchísimos años.
Por otra parte,
países como Cuba, pese a todas las limitaciones que su población sufre, ha
logrado un desarrollo del sistema sanitario, que asegura la accesibilidad, a
propios y extranjeros, a servicios de la mejor calidad.
No viene al caso
analizar esas contradicciones.
Lo que sí quiero
analizar son realidades que ponen al descubierto verdaderas inequidades, que
sufren nuestros conciudadanos, que en algunos casos resultan extremas y que
configuran, a mi juicio, verdaderas muestras de indigencia sanitaria...
Me refiero
particularmente a lo que ha quedado en evidencia estos últimos tiempos,
relacionado a situaciones de absoluta inaccesibilidad geográfica de algunas
poblaciones de nuestro país. Los cambios
climáticos, sobre todo el aumento de las precipitaciones, han puesto al
descubierto la realidad de algunos parajes que, cuando crece alguna cañada o
cauce de agua, quedan literalmente aislados, provocando en sus pobladores la
resignación de que, frente a un quebranto de salud grave, lo único que pueden
esperar es la muerte. El departamento de Cerro Largo tuvo un muerto por esta
causa, hace poco tiempo.
Debo confesar que
para alguien que ha dedicado buena parte de su vida y de su profesión a buscar
soluciones para mejorar la asistencia, esto resulta inadmisible. Inadmisible
porque al igual que lo que pasa con la educación o con la seguridad o con el
tránsito, entiendo que se trata de problemas que tienen solución.
Lo primero que
habría que asegurar es una atención básica, cuando se producen situaciones que
los aíslen del resto del sistema.
¿Deberíamos
radicar un médico en cada localidad, por más pequeña que sea? No, de ninguna
manera.
Hoy las Tecnologías
de la Información y la Comunicación (TIC´s) (conjunto de servicios,
redes, software y
aparatos que tienen como fin la mejora de la calidad de
vida de las personas dentro de un entorno) son un aporte indiscutible
para superar estas inequidades.
Hoy un médico, en
una localidad como Tambores, recibe un paciente con sintomatología sugestiva de
infarto de miocardio y con su notebook dispone de todas las maniobras sugeridas
para el mejor tratamiento, mientras coordina su traslado a un centro
hospitalario cercano.
Al mismo tiempo,
se debe pensar en qué recursos humanos existen disponibles en todos los
rincones del país, para analizar su eventual inclusión en una estrategia
asistencial que le asegure a la gente mejores condiciones de vida y de
sobrevida.
Cuando ocupé la
Dirección General de ASSE, impulsé el aprovechamiento de los policías rurales
para cubrir la necesidad de disponer de enfermeros radicados, en forma
permanente, en esas localidades.
El resultado fue
muy bueno y hoy podríamos pensar en subir la apuesta y tratar de convertirlos
en paramédicos, que sepan realizar las maniobras básicas de reanimación, frente
a una crisis de salud, apoyados a distancia por médicos dispuestos en lugares
estratégicos, a través de las TIC´s
Esa medida
tendría numerosos impactos.
Por pequeña que
sea la población, siempre hay un destacamento policial. En ese destacamento
existen, radicados en la localidad, policías rurales que no son más que los
“milicos” del pueblo.
Capacitarlos en
estas maniobras permitirían, revalorizar su imagen, mejorar su remuneración y
realizar un aporte insustituible a la comunidad a la que pertenecen.
Por último se
debería integrar a la Fuerza Aérea para que, con los recursos necesarios,
asegurara el traslado de aquellos que así lo requirieran.
En mi opinión, éste
sería el sub sistema básico de cobertura local de las emergencias sanitarias, más
alejadas de los centros asistenciales, que permitiría revolucionar la
asistencia de tales situaciones y eliminar parte de las inequidades existentes.
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