viernes, 15 de junio de 2018

ASSE y sus directores cuestionados.


Mi columna de hoy en La Democracia Digital

Se está por cumplir el plazo que dispuso la comisión investigadora sobre la gestión de ASSE, que analizó numerosas denuncias del Diputado Martín Lema sobre dicha gestión en numerosos hospitales.

Han existido pasajes de hecho a la justicia, por las características de dichas irregularidades. Habrá que esperar el resultado en lo judicial.

Lo que no ofrece dudas es que han existido numerosas irregularidades vinculadas a lo ético y al cumplimiento de normas administrativas.

Estas últimas razones hubieran sido motivo más que suficiente para que la izquierda, en la oposición, hubiera promovido la caída no sólo de esos jerarcas, responsables de los servicios cuestionados, sino el relevamiento de las autoridades institucionales.

Cuando me refiero a la izquierda incluyo al propio presidente de ASSE, en su rol de legislador comunista, actuando en la oposición. Esa era su actitud, junto al también diputado Toriani, durante el periodo en el que ejercí la Dirección General de ASSE.

Las denuncias formuladas por Lema, fueron de tal magnitud que obligaron al Poder Ejecutivo a ordenar el cese de Toriani como Director del Hospital de Rivera y a sustituir a la totalidad de las autoridades políticas de ASSE, con la excusa de un tema absolutamente menor frente a la gravedad de lo denunciado.

Las nuevas autoridades, presididas por el Dr. Carámbula, que ocupaba una banca en el Senado, del mismo partido comunista de la anterior presidenta, tratan de cambiar el estilo de comunicación y entre otros anuncios manifiestan la decisión de ASSE de llamar a concurso las direcciones hospitalarias.

Como respuesta política logró un respaldo mayoritario del resto de las fuerzas de oposición

En columna anterior planteaba dudas en función de algunas disonancias entre la magnitud de los cambios propuestos, (existían indicadores que referían a compromisos de gestión, para cada hospital, de quienes concursaran por ejemplo) y los tiempos previstos para implementar las bases necesarias para un concurso de dichas características.

Llamó también la atención, la actitud de las autoridades, con respecto a los directores cuestionados. 
Se afirma que permanecerán en el cargo hasta que culmine el concurso, como si no hubieran existido las irregularidades denunciadas. Pero además y como si eso fuera poco, se les permitiría presentarse al concurso.

Ambas actitudes son a mi juicio una verdadera falta de respeto a la oposición y a la gente que observa con asombro como, para esta fuerza política, las faltas éticas y el incumplimiento de las normas administrativas han dejado de ser importantes.

La frutilla de la torta, que representa este nuevo gatopardismo, parece estar en la integración del tribunal que actuaría en los concursos. Según versiones a las que he tenido acceso, se comprueba la casi ausencia de expertos en administración hospitalaria y en gestión organizacional, entre los candidatos a integrar dicho tribunal.

Lo que realmente importa a la fuerza política que nos desgobierna, es la imagen que se brinda a la población y no el resultado del proceso que debería privilegiar la evaluación de las capacidades de gestión.

Ser profesores titulares, prestigiosos en algunas especialidades de la medicina, no los califica para analizar con la rigurosidad necesaria temas de tal importancia como la gestión hospitalaria y los compromisos de gestión, particulares para cada realidad hospitalaria.

La esperanza por ver un verdadero cambio de conducción del prestador de salud más importante del Sistema Nacional, duró lo que un lirio

Todo fue una gran maniobra política creada para distraer la atención, disimular los errores e inconductas cometidos y generar esta enorme cortina de humo, adornada por las célebres pompitas, para que la gente piense que detrás hay verdaderas intenciones de hacer las cosas bien y no sólo una estrategia para mantenerse en el poder.

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