domingo, 15 de diciembre de 2019

El hospital de ojos


¿Se precisan oftalmólogos o cataratólogos? ¿Qué se ha hecho con los técnicos supuestamente entrenados durante estos 12 años y 95000 intervenciones? La inversión realizada ha sido eficaz pero no sabemos si ha sido eficiente. 

Muchas horas de comunicación se han destinado a este tema y tengo la sensación de que en la mayoría de los casos su tratamiento es muy parcial.

Con toda franqueza creo que estos hechos generan demasiadas dudas.

Hay algo que no puede ser ignorado y en lo que todos estamos de acuerdo. Han transcurrido más de 12 años desde que se inició este experimento. Hay un número muy importante de compatriotas que han recuperado la vista y el impacto se focaliza en la población más vulnerable, cuya capacidad de pago de  estos tratamientos, a nivel privado, era insuficiente.

Como casi todo lo que se ha hecho hasta ahora, no hay información alguna sobre la evaluación del impacto, más allá de lo que señala el sentido común.

Por lo tanto no parece lógico dudar del para qué y si ponernos a analizar el cómo.

Surgió, después de 12 años y a raíz de la solicitud de revalidar sus títulos por parte de algunos de los actores del experimento, el cuestionamiento por parte de la cátedra de oftalmología de su capacidad académica para ejercer como especialistas en el territorio nacional.

Eso trae como primer interrogante la oportunidad del cuestionamiento después de tanto tiempo. ¿Por qué no se hizo antes? Las cosas no suceden por casualidad sino que uno debe tener la costumbre de preguntarse cuáles deben ser las causas de esa omisión.

La segunda pregunta que se debería hacer, es si en realidad es necesario ser oftalmólogo certificado para hacer ese tipo de intervención o se trata de una técnica que aprendida puede ser ejecutada por quien se haya entrenado sin perjuicio de su formación académica.

Sabemos que en el primer mundo el control y la asistencia de los embarazos y partos normales es realizado por parteras y no se requiere la participación de un ginecoobstetra salvo que sea necesario intervenir quirúrgicamente, alterándose la relación entre los profesionales, donde el médico especialista es un colaborador de la partera.

También se ha desarrollado en el mundo una especialidad, la Medicina Familiar y Comunitaria que resuelve el 85% de las consultas, desplazando a los pediatras y a los ginecólogos y otros especialistas del Primer Nivel de Atención y situándolos en la condición de consultantes, referentes de los primeros.

Quizás lo que se precisa para mantener el servicio son cataratólogos y no oftalmólogos y siendo una patología tan frecuente, se deberían preparar el número de expertos necesarios para realizar estas técnicas en el interior del país.

En relación a esta especialidad, durante mucho tiempo, ha existido otra disputa por el espacio de los ópticos en la tarea de recetar lentes. Creo que hoy por hoy, no se discute que con el adecuado equipamiento la tarea de recetar lentes se ha automatizado de tal manera que dejó de ser un requisito la especialidad.

El rol del MSP como rector del sistema parece haber quedado de lado frente a un acuerdo académico entre gobiernos y facultades, generando una disociación entre lo que se exige en el mutualismo y en el resto de la actividad privada y lo que no se exige para resolver este problema.

¿Cómo es posible que hayan pasado 12 años sin que el MSP se cuestionara la calidad de un servicio prestado por profesionales extranjeros, en forma permanente, durante todo ese tiempo.
¿Hizo el MSP alguna investigación sobre la prevalencia de las cataratas, sobre la demanda de RRHH para atenderla satisfactoriamente, sobre cuál debería ser el perfil de esos profesionales, la distribución geográfica  de los pacientes o dónde se podrían realizar estas intervenciones en el interior el país?

Otro tema que no parece estar lo suficientemente claro es cuánto ha sido el costo real de este servicio dado a la comunidad o compartiendo lo que algunos han dicho, cuánto ha sido la inversión destinada a resolver esta inequidad.

Se dice que la Cátedra de Oftalmología plantea restricciones a la hora de atender las demandas de post grados. Si la demanda de expertos para resolver esta problemática es conocida, ¿No se deberían haber encontrado soluciones para levantar esa restricción?

En un sistema de gestión de los RRHH una de las tareas pasa por la definición del perfil de los cargos y ahí pueden no ser tan necesarias algunas exigencias que el mercado laboral y sus operadores  deben cumplir.

Y tampoco están demasiado claras las razones por las que un país, tradicionalmente defensor de los DDHH, ha permitido lo que según surge de algunas informaciones, que afirma que del salario destinado a esos técnicos sólo reciben  un porcentaje muy bajo y el resto se paga al Gobierno Cubano como una suerte de overhead o comisión por respaldar el acuerdo. En general el porcentaje destinado a ese rol es exactamente al revés.

Como todo lo que se ha hecho en materia de salud, alcanzó con la vidriera y se ignoró el resto. 

Quedamos atrapados entre conflictos de intereses, sin tomarse el trabajo de encontrar soluciones permanentes, definitivas y sostenibles, para todo el sistema y no sólo para una parte del mismo.

¿Existe alguna previsión para no seguir dependiendo de los cubanos o existen razones extra asistenciales que justifiquen la presencia de estos enviados.?

Las sociedades científicas, las gremiales anestésico quirúrgicas, el SMU, la UDELAR siempre tan estricta, nunca se plantearon dudas al respecto.

Por último. ¿Qué hubiera sucedido si un invento de esta naturaleza lo hubieran impulsado los blancos o los colorados. ¿No se habría incendiado la pradera?

Muchas cosas para analizar y discutir. 

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