viernes, 7 de septiembre de 2018

El alcohol y nuestros jóvenes

Hoy los informativos dejaban en evidencia el alto nivel de consumo de alcohol por parte de nuestros adolescentes.
Las encuestas realizadas no hacen más que confirmar lo que todo el mundo puede ver cuando llega la noche los fines de semana.

Plazas, calles cercanas a centros donde se organizan bailes, estaciones de servicio donde se expenden bebidas alcohólicas, se convierten en lugares de encuentro de adolescentes que realizan “la previa” consumiendo abundante alcohol.
La rutina indica que esta etapa es seguida por reuniones bailables donde generalmente se lleva  o se vende alcohol en forma clandestina porque está prohibido su venta a menores de edad.

El resultado es un habitual o por lo menos frecuente consumo excesivo de alcohol por parte de los jóvenes, ya a partir de los 13 años.
Desde hace ya muchos años la fuerza política que gobierna y al influjo de mi colega el oncólogo, persigue el objetivo de reducir el consumo de tabaco, con reconocido éxito. De hecho nuestro Presidente es reconocido internacionalmente por esa batalla en la que ha enfrentado el poder de grandes tabacaleras.

Podemos reconocer su persistencia como resultado de condición de oncólogo, testigo permanente del impacto que tiene ese consumo en la aparición de lesiones cancerosas de pulmón.
Lo que llama profundamente la razón es la desidia con que se ha enfrentado este otro consumo que deja lesiones importantes pero, lo que es aún peor, expone a nuestros jóvenes a riesgos mucho mayores en tiempos donde la violencia y la grieta social parece crecer sin parar.

¿Será que lo que importa es la fama como oncólogo luchando contra el cáncer generado por el tabaco mientras la lucha contra el alcoholismo no sea tan redituable?
 

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