Hoy fue publicada esta columna en La Democracia.
La quiero compàrtir con ustedes.
Hoy debía continuar con la serie vinculada al Hospital de
Clínicas, pero la realidad de la atención pediátrica en Florida, las propuestas
del Ministerio de Salud Pública y las reacciones surgidas, me distrajeron del
compromiso asumido y me impulsaron a escribir sobre estos hechos.
La renuncia casi masiva, de los pediatras de la mutualista
floridense, no hizo más que desnudar una vez más una realidad que golpea los
ojos desde hace muchísimos años.
El primer nivel de asistencia y las emergencias son, de los
subsistemas asistenciales, quizás los más deficitarios y su situación impacta
directamente sobre la calidad de la atención.
En ambos es notoria la superposición de recursos, públicos y
privados, que coinciden con altos niveles de ineficiencia a la hora de prestar
la más adecuada asistencia.
Un claro ejemplo de ello fue la muy mala atención prestada a
la parturienta de Paso de los Toros, que culminó con su fallecimiento por
fallas en la cobertura del parto, por parte de los especialistas necesarios,
cuando a pocas cuadras existía una guardia de esa especialidad en la mutualista
que utiliza los servicios del Centro Auxiliar de ASSE.
El Sr. Ministro de Salud Pública, como ningún otro, ha
puesto el tema sobre la mesa. En áreas clave de la asistencia, cuando es
posible y necesario, se debe de ir hacia la complementariedad entre los
servicios prestadores de una misma población.
La instrumentación de esa complementariedad, que en muy
buena medida se viene dando en diferentes áreas de la asistencia desde hace más
de 30 años, debería instrumentarse en base a un objetivo central: mejorar la
calidad de la asistencia y aprovechar la oportunidad para implementar los
servicios de mejor calidad posibles, en lo técnico y en lo estructural.
Un elemento que a mi juicio debería ser tenido en cuenta es
lo simbólico de cada institución. Nadie dudó que el mejor lugar en Tacuarembó
para asistir al Dr. Jorge Batlle fuera el hospital. Pero eso se logró gracias a
una tarea de largo aliento que permitió jerarquizar la calidad de los servicios
de neurocirugía, que allí se prestan.
Con esto quiero decir que un cambio paradigmático de tal
naturaleza no se debería procesar sin una planificación adecuada.
Hoy hay que resolver los problemas de cobertura. Mañana se
debería comenzar a trabajar sobre una estrategia de complementariedad como la
propuesta por Basso.
Mientras tanto, como no podía esperarse de otra manera, la
Federación de Prestadores Médicos del Interior emitió un comunicado que señala
que "no se deben proponer —y menos aceptar— acuerdos de complementación de
servicios que ataquen la calidad de los servicios asistenciales, ni que se
traduzcan en una pérdida de la eficiencia reclamada por el Poder Ejecutivo, en
perjuicio de los usuarios y de la institución".
Durante el gobierno nacionalista se logró que las
emergencias de ASSE fueran atendidas por médicos de la FEMI, mediante
contratos que fueron denunciado a poco
de finalizar la administración de Luis Alberto Lacalle, porque conspiraban con
el paradigma que diferenciaba la asistencia pública de la mutual o privada.
La declaración actual y la reacción anterior, claras expresiones
de lo que alguna vez identifiqué como el “Comité de Obstáculos” y Luis Alberto
Lacalle rebautizó como “la Máquina de Impedir”
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