Escuchaba una canción que tenía
como estribillo algo que se repite hace mucho tiempo: “La mentira dicha mil
veces se parece demasiado a la verdad”
Sin lugar a dudas, para estos
grandes y patológicamente mentirosos, eso se ha convertido en la herramienta
más poderosa para esconder incapacidades, desidias y contradicciones. Un claro ejemplo es todo lo que se vincula con la salud mental.
Todos sabemos que es un tema que golpea muy fuerte en la conciencia colectiva y que en términos generales se prefiere ignorar para no cargar con su pesada carga.
Quienes nos gobiernan también saben eso y por ello lo han manejado de tal manera que les permite dar la sensación de que hacen cosas pero como en el gatopardo "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie"
Hubo crisis en las Colonias y muy
poco se hizo, el Vilardebo sigue acarreando los males que padecía cuando lo
dirigí en 1986, el alcoholismo sigue creciendo y cada vez capta más jóvenes a
menor edad, los suicidios nos ubican en lugares relevantes en las estadísticas
mundiales, etc., etc.
Las respuestas muestran como un
gran logro una Ley de Salud Mental que al igual que el Programa de Salud Mental
de 1986, no tiene financiamiento y propone medidas y acciones que no parecen
compatibles con nuestra realidad.
Frente a los suicidios,
suspendieron el vínculo con Último Recurso, la ONG que daba contención desde
hace muchos años a las personas que sentían que el suicidio era una opción y en
su lugar pusieron en marcha un servicio que derivaba a esos pacientes a los
servicios disponibles en el mutualismo, a sabiendas que para ese fin son
prácticamente inexistentes. Hoy no sé qué es lo que existe como servicio
disponible.
Pero lo que genera mayor alarma
es el zigzagueo frente a las adicciones, relacionadas con el alcohol y con las
drogas.
El combate al tabaquismo, por su
relación con el cáncer de pulmón, ha sido motivo de orgullo para el país y para
su principal impulsor, nuestro Presidente de la República.
Mientras tanto el alcoholismo
que, según las encuestas, cada vez atrapa más a nuestros jóvenes, no ha ido más
allá de una ruidosa comisión, mientras los comercios que expenden bebidas alcohólicas
a nuestros menores, lo siguen haciendo a la vista de quien lo quiera ver, sin
hacer nada al respecto.Con las drogas que generan adicción vemos con asombro cómo los líderes políticos van a los bandazos, sin mostrar una posición similar al exhibido frente a l tabaco.
Mujica impulsó la legalización de
la producción y venta de la marihuana, mientras Vazquez sostenía que fumarla
implicaba riesgos para la salud, comparables con los que generaba el fumar
tabaco.
Cuando se generó el problema con
la banca y las normas financieras internacionales, vimos a Mujica amenazar al
Vázquez con “trancar todo” en el parlamento y a Vázquez recular elegantemente.
Hoy parece que hay crisis en la
pareja y Vázquez ha resuelto recuperar su opinión negativa, bien guardada.
Por otra parte hemos tenido que
asistir a un operativo que ha tomado enormes proporciones mediáticas, por el
cual ha quedado en evidencia el fracaso de las medidas implementadas con la
marihuana como freno a la expansión de las ventas clandestinas, pero que al
mismo tiempo nos quieren hacer creer que había una sola banda, que los “gordos”
estaban entre los encausados y que la lucha entre bandas, tan difundida por el
propio gobierno, era contra la nada porque de la otra banda no se ha sabido
prácticamente nada. Las bocas siguen como si nada, mientras sigue el circo en los Palomares.
El Ministro del Interior junto a
otros jerarcas dejan en evidencia que somos un colador, pera el ingreso
clandestino de lo que sea.
Un conteiner lleno de cocaína
aparece en nuestro puerto.
En suma frente a un problema
notoriamente importante, que requiere respuestas muy serias, tenemos una fuerza
política que miente en reiteración real y que aplica cada vez con mayor
eficiencia la estrategia del gatopardo, para captar a quienes no logran ver lo
que reamente sucede por detrás de su estrategia.